a little fantasy

Cuando somos niños toda la pedagogía moderna habla de estimular la imaginación y la creatividad con juegos didácticos y simbólicos e incluso despreciamos aquellos juguetes automáticos que lo hacen todo por sí mismos porque decimos que no estimulan la imaginación. Sin embargo, al crecer poco a poco nos comienzan a exigir todo lo contrario con frases como no sueñes, sé realista, aterriza, pon los pies en la tierra, pisa el suelo, no fantasees o con el terrible reproche que parece justificar cualquier fracaso: tienes demasiada imaginación. De esta forma tan poco soñadora llegamos a nuestras primeras experiencias sexuales creyendo que ya no se puede soñar y que es un delito que no conduce a nada bueno, con lo que nos castramos en la fantasía y matamos el erotismo.

No es enfermo tener fantasías sexuales sino todo lo contrario, ya que una persona que nunca fantasea podría considerarse que está de alguna manera enferma mentalmente y no dispone de un mecanismo liberador para sus presiones cotidianas. Tenemos miedo a la fantasía pero en cambio en la realidad hacemos todo tipo de desatinos, lo cual tendría que ser exactamente al revés. La fantasía no es dañina, es pensamiento puro, no lastima a nadie y permite a la persona que la siente deshacerse de límites, del estrés, de prejuicios y de represiones amordazantes. En cambio, la realidad sí puede ser muy dañina si involucramos a otra persona al servicio de nuestro placer personal, sin miramientos ni respeto por ella.

Cada uno de nosotros lleva escondidos muchos otros yo, muchas otras personalidades no desarrolladas y, sin necesidad de ser esquizofrénico se pueden representar en la escena erótica colmándonos de sueños secretos escondidos, tal vez arraigados desde la infancia.

Así una mujer modosa y controlada puede convertirse en una ramera de puerto por un rato y darle un servicio previo pago a su pareja, o una mujer atrevida puede ser monja de clausuro y resistirse al encuentro esa noche. Un hombre tradicional puede convertirse en stripper contratado para saciar los antojos de su compañera, un rockero en príncipe azul, un príncipe en chavo banda y así hasta el infinito. A través de la fantasía podemos cambiar de edad, ser una ninfa desconcertada por la inocencia, un virgen quinceañero, una espía seductora y madura, un ancianito en el asilo y su enfermera desvergonzada, podemos ser nuestro(a) propio(a) hermano(a) gemelo(a) y simular que seducimos a la cuñada(o) y viceversa, etc.

Asi que, cuál es tu fantasía??