Festival de las luces

Hoy se celebra en la India la celebración más importante del año, el festival de las luces, el año nuevo, y hoy con el Diwalli termina el Navaratri.
El Navaratri es la festividad que celebra a las tres Diosas (Devis) más importantes de la India, dura nueve días, el festival comienza con la celebración a la Diosa Durga, esta Diosa representa la justicia y la compasión mostrando sus dos caras: uno terrible e implacable contra el mal y otro benevolente y compasivo. Es la protectora de la mujer y de la transformación y el éxito.



Los siguientes tres días son importantes porque se celebra a Saraswati quién es la Diosa de la sabiduría, las artes, la creatividad y la poesía.



Finalmente se llega a los últimos tres días en donde se celebra a Lakshmi la diosa de la Abundancia y del amor.



El día de hoy es la cúspide de estos nueve días, es el día de máxima celebración, después de adorar a las tres Diosas más importantes se llega a Diwalli, este día es el más auspicioso del año, se dice que si abres las ventanas durante la noche y pides un deseo Lakshmi te va a conceder lo que quieras, y lo único que debes hacer es dar Dakshina (algún regalo desinteresado) para recibir todos los dones de esta Diosa tan querida.

Dicen los que han ido que la noche oscura hindú se tiñe de fuegos artificiales, que el arroz se encuentra en todos lados y que todos se juntan a bailar y a celebrar, sin tabúes occidentales la celebración llega a ser tan intensa que sólo se ven las luces internas y externas de una nación unida por su paz interior.

Cuando era niña cada año en mi casa celebrabamos Diwalli, nos dirigíamos a un centro de meditación y poníamos nuestra intención en celebrar a esta deidad hindú que no tenía mucho que ver con nosotros. Este centro se ponía sus mejores galas, se hacían ofrendas de comida, dulces, dinero a la diosa Lakshmi y al final del día se daba como Dakshina, se bailaba, meditaba y cantaba, y uno mientras más fe tuviera, más lo disfrutaba. Yo lo disfrute toda mi infancia, cada año me sentía más y más identificada con esta Diosa, con esta festividad, sentía que a pesar de ser la niña rara del salón que no había tenido primera comunión pertenecía a un lugar tan mágico que todos mis deseos se hacían realidad ese día.
Hoy ya no siendo una niña vivo de distinta manera la festividad, no voy al centro de meditación, di Dakshina para los de Tabasco, y no se si abriré mis ventanas porque ya no sé si mis deseos se vayan a hacer realidad, tantos años después no creo que quedé en mi un ápice de fé en esa magia que me acompañó al crecer.