miércoles, 8 de julio de 2009

Curando la herida de la cesárea

Mitología de la cesárea (desde el útero al infierno y vuelta al mundo)

Curando la herida de la cesárea



Desde que empezó a interesarme el tema, el parto ha pasado de ser básicamente una expresión activa de las mujeres a ser un acto médico mediante el cual se extrae al bebé. Cuando tuve mi primer hijo, la tasa de nacimientos por vía abdominal no superaba el 10%. A finales de los noventa, la tasa de cesáreas oscilaba entre el 20 y el 40%, dependiendo de si el hospital realiza docencia o no. Si es un hospital docente, la tasa de cesáreas suele ser más alta. ¿Qué es lo que estamos enseñando?

Mi reacción inicial al comprobar como se robaba el nacimiento a las familias para dárselo a los expertos fue la rabia, la indignación, y el enfado que me llevaron a querer hacer algo sobre la epidemia de cesáreas. Mezclada con estos sentimientos estaba mi creencia de que todo en esta tierra sirve para el crecimiento de las almas, todo, incluido las cesáreas. En mi deseo de cambiar la manera en que se hacían las cosas, estaba permitiendo que el problema siguiera igual. A nadie, y menos a una cultura, le gusta que le cambien desde fuera. A mi no me gusta nada que alguien intente cambiarme, y a los médicos tampoco les gusta que yo pretenda cambiar la obstetricia. De hecho, creo que la única persona a la que le gustan que le cambien es al bebé cuando tiene el pañal sucio.

No, antes de que yo pretenda cambiar a nadie, hay una pregunta que deberíamos hacernos. La pregunta es ¿de que puede servir el que haya una epidemia de cesáreas? La cesárea le sirve al alma del mundo de la siguiente forma. Las madres a las que se les hace una cesárea incian un viaje mítico. Para explicar este mito, o la dimensión transpersonal de la cesárea, os voy a contar una vieja historia. De hecho es un relato de la Antigua Babilonia. Cuando escuché esta leyenda, enseguida lo relacioné con la experencia psicológica de las mujeres que han tenido una cesárea. Escuchar el relato del descenso de Inanna a los Infiernos nos recuerda la dinámica emocional de las mujeres que han sufrido una cesárea. Podemos entender desde una perspectiva más amplia como puede cambiar el mundo a traves del viaje que realizan las mujeres en el parto, sea por el camino fácil o difícil, y ver el camino para la recuperación. Lo más fascinante del mito es como nos permite ampliar nuestra comprensión y que esta perspectiva siga creciendo. Bajo la luz del mito de Inanna, podemos transformar la epidemia de cesáreas de algo puramente misógino en otra oportunidad que tienen las mujeres de profundizar en su alma y convertirse en sanadoras.

A Inanna se le pide que abandone el mundo y descienda a los infiernos. Cada vez que atraviesa una puerta en su descenso debe hacer una ofrenda. En las primeras puertas se quita sus objetos externos: las joyas, la corona, el velo, la gargantilla. Conforme desciende pierde su vestido, sus medias, su ropa interior, se quita todo. Debe ir más allá aun para poder descender en la profundidad. Se arranca entonces la piel, los músculos, las vísceras, hasta que sólo quedan sus huesos que son colgados en el rincón más remoto del infierno. He aquí Inanna, la Reina del Cielo, reducida a un saco de huesos en lo más bajo del infierno. Esta historia encierra un misterio central: sólo cuando la Reina de la Muerte da a luz en el infierno se permite que Inanna inicie su viaje de regreso. Se pone sus vísceras, sus músculos, su piel. Luego viste su nuevo cuerpo con sus prendas, su vestido, su gargantilla, su velo, su corona y sus joyas. Cuando emerge del infierno lo hace con un cuerpo renovado espiritualmente y radiante por haber viajado a la profundidad. Ahora es en verdad la Reina del Cielo, por que ha conocido y trascendido el infierno.

Cuando una madre es convencida o incluso obligada a someterse a una cesárea se convierte en una ofrenda de sacrificio igual que Inanna: debe descender por debajo del nivel egoico de consciencia al lugar donde el mundo terrenal deja paso al alma. Es una víctima en el sentido original de la palabra, sacrificandose a si misma por el bien de su hijo. Al menos esa es la historia que les cuentan a muchas madres que han tenido cesáreas, sea cierto o no (lo de que la cesárea salvó la vida de sus bebes). La madre ofrecerá su cuerpo, su mente y su alma al sacerdote/médico en el altar de la obstetricia si esto puede ayudar a su bebé. La anestesia alterará su nivel de consciencia, su alma viajará por el subconsciente. Será desnudada, su piel, sus músculos, sus vísceras serán manipuladas para que de a luz por cesárea. Una vez que despierte podrá reclamar un nuevo cuerpo espiritual, una vez, claro está que haya integrado el namiciento y comprendido de que le sirvió a su alma el que su hijo naciera por cesárea.

Cuando las madres que se preguntan "¿de que sirve la cesárea?" se queden sin respuestas, tendremos la oportunidad real de curar la epidemia. Sino, estamos intentando cambiar el sistema desde fuera. Mi impresión es que cuando las madres dejen de verse como víctimas y empiezan a verse como anadoras, o chamanes, habrá menos cesáreas en la comunidad. Si por el contrario siguen sientiendose heridas, culpables, avergonzadas de su experiencia en el parto, serán menos efectivas para cambiar la manera en que nuestra cultura da a luz.

Cuando una madre que ha sido abierta empieza a sentir que su cesárea fue un viaje iniciático y se permite explorar los aspectos más profundos de la curación se libera una cantidad enorme de energía psíquica. Reprimir o negar el trauma requiere muchísima energía pero una vez que la experiencia se integra (es decir, se siente, se expresa y se libera) toda la energía que antes se utilizaba para defenderse se libera para la acción creativa. Una madre que se sienta bendecida, incluso si ella nunca habría pedido de manera voluntaria la "bendición" de la cesárea ni volvería a pasar por ella, es más efectiva para educar a las demás, que una madre que se siente culpable y herida. Cuando Inanna emerge, lo hace radiante por su viaje a la oscuridad.

Comparto este mito del descenso de Inanna porque es un arquetipo inusual de madre: la que se ha
enfrentado a la Muerte en el Parto y ha salido indemne. Las madres que dan a luz de manera natural conocen ese sentimiento de pelear con la Muerte por el alma del bebé que tiene que nacer, las madres que sufren la cesárea conocen algo de la sombra del alma que una vez que se hace consciente servirá de matrona y de guía para todas las mujeres en el parto. Cuando una mujer da a luz conscientemente a menudo exclama: "Ahora sé que puedo hacer cualquier cosa". En ese glorioso momento, la mujer defiende su derecho pertenencia por el parto a la nueva especie de la evolución -el Homo Divinus- la de los humanos que son dueños de su propia experiencia. Cuando la mitad femenina de la humanidad recuerde esto, no me imagino como será el mundo. Si no se nos maltrata a las madres en nuestro momento más esencial de creatividad, y si incluso cuando la cesárea es necesaria la madre vive la cirugía como un viaje del alma, se alcanzará el equilibrio. Sin víctimas, sin opresores. Sin opresores, sin víctimas. En la historia de Inanna queda claro que ella eligió bajar a los infiernos, de la misma manera que las madres aceptan su destino en el parto: sin victimizar a la Diosa en este milenio.

Así es como yo veo a las madres: todas son diferentes rostros de la Diosa. El rostro de Inanna me ha saludado cada vez con más frecuencia en numerosos nacimientos de la últimas generaciones. Tiene un rostro firme, fuerte, y las huellas de su sufrimiento y su alegría se reflejan alrededor de su ojos y de su labios. Habla apasionadamente, como la lava su mensaje que fluye más allá de sus palabras y el sonido de su voz es pura calidez. Nunca cesa de percibir, ella capta las ideas de aquí y de allá para alimentar el futuro. Gracias a su viaje conoce bien la oscuridad, está acostumbrada a los matices, a las sombras y la penumbra, a las claves para ver más allá. El rostro de Inanna siempre me invita a profundizar, a ir más lejos. Ella ilumina los pasadizos más dificiles, y nos enseña a atravesar cada uno de ellos de la mejor manera. Frente a frente con Inanna, veo a las madres del mundo entero, practicamente siempre pariendo de manera natural, porque las cesáreas ya no le servirán al mundo. De esto nos sirve ir al infierno y regresar, para aclarar el camino a las proximas generaciones de manera que el nacimiento pueda iluminar los rostros antiguos y nuevos de la Diosa.

Dedicado a Janice, sanadora extraordinaria. 10 de Enero de 1997

Copyright © Jeannine Parvati Baker


Traducción de Ibone Olza