Se llama Parafilia a todo estado en el que la excitación sexual y la gratificación del individuo están supeditadas por entero a la fantasía recurrente de una experiencia sexual insólita que se convierte en el foco principal de la conducta sexual.
La parafilia puede girar en torno a un objeto sexual concreto, por ejemplo los niños, los animales o la ropa interior; o a un acto sexual determinado, por ejemplo, infligir dolor o realizar llamadas telefónicas obscenas.
Por más que algunas parafilias parezcan tan ajenas, que cueste comprender cómo pueden excitar a un ser humano, muchas parejas que desean imprimir un poco de variedad a sus técnicas sexuales habituales recurren a los actos parafílicos en versiones suavizadas o moderadas. Por ejemplo, hay personas a las que les excita cierto tipo de lenguaje obsceno y grosero, otras desean que se les muerda o arañe durante el acto sexual, y algunos individuos se estimulan viendo desnudarse a su compañero o a su compañera. Cada uno de estos actos inocuos, magnificado hasta el punto de la dependencia psicológica, podría transformarse en una parafilia.